Otra vez Carlos.
– Papá, entonces, si para que te den la concha en Santiago lo de Francia no cuenta…para qué nos hemos ido tan lejos ? Sí sólo valen los sellos desder hoy ! – Ya, hijo, es que en las próximas vacaciones seguiremos donde lo hemos dejado, a ser posible en Semana Santa, porque en verano hace demasiado calor para hacer el Camino en España y, si no estás de acuerdo, fíjate qué día hace hoy. En cambio, en Francia nos ha hecho un tiempo magnífico para caminar.
– Y las etapas son más fáciles en España, o tienen muchas cuestas como en Francia ?
– Hoy lo veremos, Carlos, pero seguro que no son tan duras, alguna habrá pero no todas seguidas.
Y cogimos nuestras mochilas, después de desayunar bien, hacia nuestro siguiente destino: Zubiri. Dejamos atrás Roncesvalles -y toda su historia- para adentrarnos en un bosque por un cómodo camino carretero que nos ha acompañado gran parte de la jornada. Algún trecho de subida y bajada con piedras, pero no muy largos. La mayor dificultad del día es completar, una vez más, tantos kilómetros. Hoy han sido 24, y es un reto tanto mental ( «qué carajo hago aquí andando bajo el sol, si no se me ha perdido nada») como físico, porque se acumula el cansancio en las piernas.
Pero lo hemos superado con nota. En las 5 horas y media que hemos necesitado para lograrlo, solo hemos parado para las fotos de Conchita, beber algo, y esperar en las bajadas a la fotógrafa para que no forzara la rodilla. Por cierto, Conchita le estaba haciendo una foto a una zarza que estaba retorcida y dice que la zarza le ha dicho:»me duele, ayúdame». Está claro que le está dando mucho el sol a la pobre. También le ha hecho fotos a un carnero de raza Latxa, ya veréis qué cuernos. Está raza se destina a producción de leche para hacer el famoso queso de Idiazabal.
Hoy si que hemos visto a muchos peregrinos por el camino, de todos los países. Creo que bastantes más extranjeros que españoles. Para los niños ha sido un estímulo, porque querían adelantarnos a todos. Ya les hemos dicho que no era ese el objetivo, pero en la subida más fuerte del día hemos pasado a unos 30. Luego no querían esperar a mamá porque entonces nos adelantaban ellos.
Por aquí la gente tiene un acento muy gracioso, Conchita se parte de risa. De cada 3 palabras, hay por lo menos un «hostia», con perdón. Pero muy buena gente y amable con todo el mundo.
Curiosidad del día: nada más empezar el día nos hemos cruzado con una pareja de franceses que llevaban un gato encima de la mochila, tan campante él, y nos hemos acordado de Nilo (Mínimo) porque era rubito como él.