En el pipican

-¡Mira Dolsa! Ahí está Lucas

-Grrrrrrr

-Quieta. Siéntate…¡te he dicho que te sientes!

Qué cabezota es, cuando ve a un perro no oye, no hace caso.

-Buenos días Laura, ¿qué tal vas con Lucas?

-Hola Mayte. Pues bastante bien, la verdad. Ya tiene 5 meses y prácticamente lo hace todo en la calle. Algún pis en casa, pero lo cierto es que si lo hace es porque le he bajado demasiado pronto por la noche y no aguanta hasta la mañana. Las cacas siempre en la calle.

-¿Cuántas veces le bajas? Yo la estoy bajando 5 veces todos los días, a veces 6.

-Ahora mismo le bajo 4 veces entre semana. El paseo de la noche es el más largo, por la mañana voy con prisa, a mediodía lo baja mi madre, y le bajo nada más volver del trabajo, estoy una hora o así con él jugando después de hacer sus cosas, y antes de acostarme, otra vez. Ya veremos cuando venga el frío de verdad, me va a apetecer poco, con lo bien que se estaba en veranito…

-Pues nada, te abrigas y ya está. Yo también soy un poco friolera, pero me pongo en su lugar y tampoco me aguantaría si tuviera que hacer pis solo 3 veces al día, jajajaja.

-Cierra la puerta del pipican, porfa.

-¿Qué puerta?

-Es broma Mayte. Es que en Manhattan, cuando estuve con mi novio el año pasado, me llamó mucho la atención lo bien que estaban los pipicanes. Además de tener grava -y muy limpia, por cierto- en lugar de arena, tienen una valla muy alta para que ningún perro pueda salir saltando. A la entrada, hay una puerta doble de seguridad.

-No entiendo, Laura.

-Sí, que primero hay una puerta con cerrojo. A continuación, un pequeño hall, y luego, otra puerta con cerrojo para entrar al pipican propiamente dicho. Así, si alguien se despista y deja abierta o mal cerrada una puerta, queda otra.

-Mmmm…me parece que todavía estamos a años luz de eso.

-Y te diré aún más, como dicen Hernández y Fernández. Dentro de muchos de los pipicanes, además de la zona de juegos (no veas cómo juegan y se lo pasan los perros allí) hay una zona de guardería. Hay un encargado para dejarles el perro jugando allí hasta que acabas de trabajar o de hacer las compras. Está genial.

-Cuéntame más cosas de Nueva York, por favor, que estoy alucinando.

 

-Lo que te voy a contar ahora no te lo vas a creer…

 

 

 

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