Lo siento, pero ayer no pudimos contar nada porque llegamos muy tarde de pintxos por Pamplona. Pero empezemos por el principio, que es el viaje.
Era mi primera vez…en tren. Salimos corriendo de la clínica y mami me metió en el bolso donde me esconde cuando vamos a sitios donde no admiten perros. Aunque luego me he enterado que en la Renfe de cercanías sí que podemos ir, y que en el tren grande tenía mi propio billete. Papi dice que no le han cobrado nada por el viaje. Claro, como es veterinario, seguro que tiene «enchufe».
Lo alucinante fue ver lo rápido que corren los árboles, porque nosotros estábamos quietos y era la naturaleza la que corría. En serio, el tren no se mueve, es algo muy extraño. Si no fuera por un niño que no paraba de gritar enfrente de nosotros, y que no me dieron nada de los bocatas ni mis papis ni los niños, el viaje fue perfecto. Pude dormir un ratito fuera del bolso con mami cuando me cansé de mirar por la ventana.
Y llegamos a Pamplona. Nos llevaron a una casa donde vive mucha gente que lo llaman hotel, pero en realidad es una habitación con un baño, y tiene 4 camas. Dejamos las mochilas y nos fuimos dando un paseo para ir a cenar. A cenar ellos, claro. A mi me dieron las bolas de todos los días («sí, Dido, que es muy sano, que es por tu bien» y tonterías así, pero me huele mucho mejor la comida que hacen mami y papi…) y nos fuimos a sitios donde había mucho ruido y olía a comida. Yo, escondidito en el bolso para que no me regañen.
Primero fueron/fuimos a un sitio llamado «El Gaucho», donde tomaban un agua de color oscura que parece sangre y comidas ricas que llaman tapas. Luego, a otro sitio que se llama «La mejillonera» y acabaron en «La mandarra de la Ramos». Yo no probé nada, pero ellos estaban contentos con lo que comieron en los tres sitios: lomo de foie, esturión, mejillones y calamares, y tosta de gulas y tortilla rellena. Solo de oir los nombres me entra hambre…
A la vuelta yo creo que los papis estaban un poco piripis, como no beben nunca y habían tomado el agua oscura, pues pasa lo que pasa, que decían más tonterías de lo normal. Pero no tenían que conducir, solo andar hasta la casa con mucha gente.
A mí me gustó mucho todo el paseo de ida y vuelta, y el olor de los bares, pero no los paseos por las calles porque había un grupo de chicos con tambores y cencerros que hacían mucho ruido y me asustaban, pero a la gente y a mi familia les gustaba, y mucha genta bailaba con ellos. No lo entiendo. Y ahora le dicto a papi lo de hoy, que no me apaño con el ordenador.
Etapa Pamplona-Puente la Reina
Nos hemos levantado tarde, pero a mi me parecía que era muy pronto porque habían cambiado la hora decían. No sé, yo tenía mucho sueño. Me han dado mi pienso de Royal Canin y han bajado para que yo vea cómo se toman un café y unos bollos. Muy fuerte, parece que lo hacen a posta. Aunque me quieren mucho, agradecería un pequeño gesto de vez en cuando, aparte de darme alguna chuche de perros. No sé, un filetito, arroz, pasta, cualquier cosa valdría. No os imagináis cómo huele lo que hacen en la máquina que calienta las sartenes y las ollas. Como no pongo cara de pena porque no pido nunca, pues claro, no me dan nada.
Y se han puesto las mochilas pequeñas (las 2 grandes se las han llevado al siguiente hotel, así cualquiera) y hemos empezado a andar. Yo creía que era el paseo largo de los Domingos, pero no me imaginaba que iba a ser tan largo. Al principio iba corriendo hacia delante con papi y Pablo, y luego me iba para atrás a buscar a mami y a Carlos, que estaban haciendo fotos (eso pasa siempre igual, se entretienen y tenemos que esperarles), pero me he dado cuenta que me cansaba un poco y he ido más tranquilo…hasta que me encontraba un perro y podía jugar con él. Incluso con los perros cuyo dueño decía «cuidado con este, que muerde». Como yo estoy castrado (no lo digo para presumir, es lo que hay) solo pienso en jugar y ni los machos ni las hembras me ven como una amenaza. Porque he ido suelto casi todo el camino, menos cuando mami me llamaba para atarme porque íbamos a cruzar una carretera o entrábamos en un pueblo. Hemos pasado por muchos: Cizur Menor, Zariquiegui, hemos subido una montaña que cansaba un poco (el Alto del Perdón, donde se han comido un sandwich y me han dado mi pienso), Uterga, Muruzábal, Eunate (había una iglesia románica muy chuli para mami, seguro que pone alguna foto algún día), Obanos, y hemos llegado a Puente la Reina.
Me han dado de beber agua y ellos han tomado una bebida egipcia llamada cerveza y otra vez a comer cosas ricas… Hoy tampoco van a poder conducir. Nos hemos echado una siesta grande, muy tapaditos, y nos hemos bajado a cenar. Bueno, ya me entendéis, ELLOS han bajado a cenar y yo me he metido en el bolso. No os cuento lo que han cenado porque me da rabia. No es que no me guste mi pienso, pero estaréis conmigo que es un poco aburrido. Menos mal que la gente es muy torpe y he ido recogiendo todo lo que se les cae cuando comen en el camino, especialmente en la parada en lo alto de la montaña: kikos, cacachuetes, trozos de pan, había un botín para mí solito, jejejejeje.
Bueno, ya estoy un poco cansado de dictarle a papi, y él también parece que tiene ganas de acostarse, así que lo dejamos para mañana.
¿Váis a leer lo que voy a escribir?
Firmado: Dido.
MUY BONITO TU RELATO DIDO.-